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Descripción

SOMBREROS LAGOMARSINO

Fue Octubre de 1891 el mes en el que se comenzaron a firmar los documentos de alta de un sueño que lleva casi 127 años.



En ese entonces, don Carlos y don José Lagomarsino, coincidentes en una común visión de lo que había de ser el porvenir del país, unieron su actividad emprendedora para fundar Sombreros Lagomarsino. Una fábrica y marca de sombreros que años más tarde vestiría a Gardel, Irigoyen, Palacios y distintas personalidades en la Ciudad de Buenos Aires.



Años de bonanza, crecimiento y prestigio (tanto industrial como político) fueron los que llegaron para la familia Lagomarsino. Don Carlos y don José habían pegado en la tecla. Mejor coyuntura social para abrir una fábrica de sombreros no hubo antes ni después en la historia argentina. Esto se debe a que el sombrero hasta los años cuarenta se usaba de forma cotidiana: Se utilizaba de día o de noche, para vestir formal o informal, ¡Se usaba para ir a la cancha!, para bailar tango o para ir al teatro. Para los años treinta había más de cuarenta fábricas de sombreros en todo el país.



Sin embargo, a partir de 1945 comenzó la debacle en la industria sombrerera. Aquella costumbre que parecía inamovible no lo fue, aquel accesorio famoso y reconocido comenzó a verse con más frecuencia colgado en el perchero. Para los años cincuenta varias fábricas habían cerrado y solo quedaban unas pocas. Lagomarsino, que hasta entonces mantenía sus actividades en la calle Junín en pleno centro de la ciudad de Buenos Aires, recibe la noticia de que por razones ambientales no podía ejercer más la actividad productiva en ese lugar. Por ello mismo, debió suspender la fabricación de fieltro (Material a base de pelo de liebre y nutria con el que se realizan los sombreros). Todo parecía indicar el fin pero a Lagomarsino todavía le quedaban más de 60 años de vida y eso se debe, en gran parte, a la irrupción en su historia de la familia Riera como proveedora de fieltros.



La familia Riera era una familia sombrera de tradición proveniente de Mallorca, España. Ellos fueron proveedores de materia prima de Lagomarsino hasta el año 1967, año en el que Antonio Riera, consciente de la crisis de la industria pero siempre caracterizado por el carácter emprendedor; la toma de riesgos y el amor por los sombreros, decidió comprar el fondo de comercio Lagomarsino.



Desde ese entonces, esta nueva familia al mando se especializó en buscar nuevos mercados y posibilidades para la empresa. Así fue que Lagomarsino se adaptó a los entornos venideros, siendo al día de hoy la única sobreviviente de aquellas más de cuarenta fábricas existentes en los años treinta. Para lograrlo, tuvieron que desarrollar nuevas líneas de sombreros como la de Campo y Travel & Safari. También, emplear nuevos materiales, como el algodón ventilado, el cuero y la lana. Inquietos y emprendedores incursionaron en la venta de artículos publicitarios y además, con el fin de expandirse, comenzaron a fabricar sombreros para grandes marcas






Hoy, en la fábrica Lagomarsino, trabaja la sexta generación de sombrereros Riera: El señor Riera; tres de sus cuatro hijos; dos yernos y cuatro nietos. Antonio Riera hijo, actual presidente de la empresa, en una nota que le hicieron hace algunos años supo decir: “Los científicos dicen que las abejas no deberían volar porque tienen las alas demasiado pequeñas para el tamaño de su cuerpo, eso nos pasó a nosotros. Lagomarsino no debería existir pero existe porque yo, mis hijos y mis nietos queremos cuidar la tradición de usar sombrero, el complemento más elegante y cómodo.”

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